Champions Sus impresionantes 150 minutos de eliminatoria los tira por la borda su equipo

Si a Kylian Mbappé le quedaba alguna duda, lo vivido en el Santiago Bernabéu le despeja todas las dudas: el PSG se le queda pequeño. Y mucho. Una vez más, el parisino ha estado muy por encima de todo su equipo para nada, para caer en los octavos de final de la competición que en París llevan buscando desde hace años y no saben cómo alcanzarla.
Mbappé ha sido el jugador de la eliminatoria, de lejos. En París fue una pesadilla absoluta que el Madrid nunca supo desactivar. Durante una hora se repitió lo mismo en el Bernabéu. Kylian puso el partido a sus pies. Hizo el gol que valió, el 0-1 que parecía sentenciarlo todo, y dos más que se quedaron en el banderín levantado con justicia por el asistente.
Cada aparición suya era para sembrar el pánico cerca de Courtois. Así fue hasta el 1-1. A partir de ahí, cuando Mbappé necesitó que su equipo le ayudara para mantener lo que él había construido, el PSG se descompuso. Su partido soberbio quedó aplastado por la reacción del Real Madrid. Una vez más. Porque el PSG es un equipo construido a base de capital que carece del ADN competitivo que Mbappé vio en sus rivales. Y no es la primera vez que el equipo del Parque de los Príncipes se deshace en cuanto le aparece el primer contratiempo. Todo lo contrario que el Real Madrid.
Si Mbappé tenía alguna duda ya sabe que en lo deportivo no la hay. En París puede tener todo el dinero del mundo, pero no un equipo ganador en lo que más quiere: la Champions. Eso se lo ofrece un Madrid que en plena transición del equipo de la cuatro Copa de Europa al que quiere que él lidere muestra a quien sea sus galones de rey de Europa. El mensaje es rotundo.